29 julio 2013

Prohibido subrayar libros.

No subrayar ni anotar
Desde hace mucho tiempo, cuando leo un libro, siempre siento la necesidad de subrayar aquellas partes, frases o palabras que más me emocionaban, creyendo que de esta manera podré recordar mejor (no me fío de mi memoria es). Supongo que es una costumbre de cuando estudiaba, la manera de retener mejor aquello que me gustaba; lo cierto es que luego, me dí cuenta que además de subrayarlos, me gustaba hacer comentarios en los márgenes, como si fuera un diálogo que mantenía con el texto. Más reciente, en los últimos años, como también comento los libros en mi blog, suelo anotar la página y el texto o el comentario en las últimas hojas que suelen estar en blanco, y de esta manera, cuando voy a escribir la entrada en mi blog poder acceder más rápidamente.

Desde que era pequeño, los profesores siempre nos decían que no subrayáramos los libros, que lo estropeamos (aunque creo que ya esto ha cambiado, ahora se trabajan "fichas"). En mi caso, agradezco recibir libros que han sido trabajados, o como me gusta a mí, libros con los que otras personas hayan dialogado y en ellos descubrir sus señales. Ahora que estoy sacando más libros de las bibliotecas públicas, para mí es una continua satisfacción poder sentir esos comentarios, algunos con preguntas, otros con interrogaciones, y sobre todo, referencias o ampliaciones con deseos o libros y autores que complementan los textos (raros estos casos). Pero no soy el único, como aquí dice este otro lector en notas al margen.

Y esta entrada es solo a quién me perdonó los pecados George Steiner que dijo que para leer un libro lo único que se necesita es silencio y un lápiz.